Introducción: el riesgo de leer la Biblia con ojos griegos
Una de las mayores distorsiones en la interpretación cristiana ha sido la herencia de pensamiento pagano.
El lector moderno, acostumbrado a imaginar cielos espaciales, dioses sentados en tronos y escenas celestiales
literales, tiende a proyectar sobre los textos bíblicos una visión mitológica ajena al lenguaje hebreo.
El autor de Hebreos no describe un drama celeste con varios seres divinos en lugares distintos, sino que traduce
el plan eterno de Dios al lenguaje del sacerdocio levítico. Las figuras del templo, el sacrificio, la sangre y el
mediador no son eventos materiales, sino símbolos pedagógicos para revelar la obra redentora de un solo Dios
manifestado en carne.
I. “Dios es Uno” – Principio de toda comprensión espiritual
“Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.” — Gálatas 3:20 (NVP)
Pablo reafirma la base de toda teología bíblica: Dios es uno en esencia, naturaleza y propósito.
Las manifestaciones que la Escritura presenta —Padre, Hijo, Espíritu, Cordero, Sacerdote, Mediador— no son
“personas” distintas en un concilio divino, sino formas funcionales del mismo Ser Eterno revelándose en el tiempo.
Así como el agua puede manifestarse como vapor, líquido o hielo sin dejar de ser la misma sustancia, Dios se
manifiesta como Padre en creación, Hijo en redención y Espíritu en regeneración, sin multiplicar su deidad.
II. El lenguaje sacerdotal de Hebreos
El autor de Hebreos emplea un lenguaje técnico levítico para comunicar verdades espirituales.
Cuando dice que Cristo:
“Entró al cielo mismo” (Heb 9:24),
“Con su propia sangre” (Heb 9:12),
“Se presentó ante Dios por nosotros” (Heb 9:24),
no está describiendo un templo físico en el cielo, sino usando una parábola doctrinal basada en la liturgia del
Antiguo Pacto.
El “cielo” representa la esfera espiritual de la comunión divina, el lugar del acceso a la presencia de Dios.
Entrar con sangre equivale a introducir el valor expiatorio de su entrega, no un fluido literal.
Cristo no lleva su sangre a un lugar; lleva su sacrificio a la realidad espiritual que esa sangre representa:
reconciliación y acceso.
II-A. Sombras y figuras de las realidades celestiales
Hebreos 8:5 dice:
> “Los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales.”
El término sombra indica una proyección sin sustancia propia, una representación parcial de algo verdadero.
La figura (del griego týpos) es un modelo temporal que apunta a una realidad superior.
De modo práctico:
> Así como la sombra de un perro no es un perro,
> el tabernáculo terrenal no era el cielo,
> ni la sangre de animales era la redención,
> sino sombras que anunciaban la manifestación real en Cristo.
La sombra puede sugerir la forma, pero no tiene vida ni esencia; es un testimonio visual de algo presente pero aún
no revelado plenamente.
Del mismo modo, todos los elementos del culto levítico —altar, incienso, sacerdote, sangre— eran proyecciones
temporales que se desvanecen cuando aparece la realidad espiritual: Cristo mismo, que es el cuerpo del cual
aquellas eran sombras (Col 2:17).
Por eso el escritor de Hebreos no está exaltando las figuras, sino mostrando que han cumplido su función
pedagógica: conducirnos al cumplimiento espiritual.
Cuando la luz (Cristo) se manifiesta, la sombra (la ley) desaparece.
III. El sacerdote, el sacrificio y el Dios son uno mismo
El Hijo no es un sacerdote que actúa ante otro Dios.
El sacrificio no es ofrecido por un ser inferior a uno superior.
Todo el drama del tabernáculo se cumple dentro de la manifestación del mismo Dios.
Figura Cumplimiento en Cristo
Sumo sacerdote Dios manifestado en carne
Sacrificio Su propia vida entregada
Santuario Su cuerpo (Juan 2:19-21)
Velo Su carne (Heb 10:20)
Arca Su presencia interior
Lugar Santísimo Comunión del Espíritu
Así se cumple el principio: “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2 Co 5:19).
No otro reconciliando con otro, sino el mismo Dios actuando desde su manifestación humana.
IV. “La diestra de Dios” — símbolo de autoridad, no de dualidad
Muchos interpretan “a la diestra de Dios” como una posición geográfica al lado de otro trono.
Sin embargo, en el pensamiento hebreo la diestra es símbolo de poder y dominio (Sal 98:1, Éx 15:6).
Decir que Cristo está a la diestra significa que toda autoridad le pertenece (Mat 28:18).
No hay dos tronos, sino un solo trono con un solo Dios (Ap 4:2).
La diestra no es una persona, es la manifestación de la autoridad de ese único Dios en forma glorificada.
V. El propósito del lenguaje figurado
El Espíritu inspiró las figuras del templo para traducir el invisible al lenguaje humano.
Por eso Hebreos dice que las cosas terrenales eran “sombra y figura de las celestiales” (Heb 8:5).
Dios no habita templos hechos de manos (Hch 7:48); ahora su templo somos nosotros (1 Co 3:16).
Cuando Cristo “entra al cielo”, no asciende a un lugar distante: entra en la comunión perfecta entre lo divino y lo
humano, uniendo ambos en un solo cuerpo espiritual: su Iglesia.
VI. Superando la mente pagana
El pensamiento pagano concibe deidades separadas, espacios físicos divinos y conflictos cósmicos.
La revelación bíblica, en cambio, enseña unidad ontológica y diversidad funcional.
El cristiano maduro debe aprender a leer la Escritura desde una mentalidad hebrea, donde la imagen es vehículo
del concepto, no la realidad misma.
Cuando se lee sin esa clave, se cae en lo que podríamos llamar una explicación “hollywoodense”: un Cristo
llevando sangre en un balde, un cielo sucio y un diablo contaminando los utensilios del templo.
Cuando se lee con mente espiritual, se ve el misterio: Dios manifestado en carne restaurando el acceso eterno al
Espíritu.
VII. Conclusión
Hebreos revela un plan de unicidad funcional, no una multiplicidad de seres.
El sacrificio, el sacerdote y el Dios son uno solo en propósito y esencia.
Cristo no ascendió a limpiar un lugar, sino a inaugurar un estado: la redención consumada.
El cielo purificado no es un edificio, sino la conciencia reconciliada del hombre que ahora puede
habitar en Dios.
VIII. �� El “Micro-Génesis” de la Luz
Mateo 4:16 como recreación espiritual de Génesis 1:3-10
El anuncio: «El pueblo asentado en tinieblas vio una gran luz…» (Mt 4:16) es más que una cita profética; es una
recreación simbólica del relato de Génesis 1, trasladada del orden físico al orden espiritual.
Génesis 1 Mateo 4
“Sea la luz” – principio de la creación
natural
“Vio una gran luz” – principio
de la nueva creación espiritual
Tinieblas sobre la faz del abismo Pueblo asentado en tinieblas,
anegado en la Ley
El Espíritu se movía sobre las aguas El Espíritu impulsa a Jesús al
ministerio
Separación de la luz y las tinieblas Distinción entre gracia y ley
Reunión de las aguas y aparición de
lo seco
Fin del caos legalista y
surgimiento del fundamento de
la fe (Cristo)
Así como en Génesis la Palabra divina trajo orden al caos material, en Mateo la Palabra encarnada trae orden al
caos espiritual del sistema legal.
Las “aguas” que se recogen simbolizan a la humanidad confundida bajo la Ley; la “tierra seca” que aparece
representa la fe revelada en Cristo, lugar firme donde el hombre puede habitar.
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros
corazones.”
(2 Corintios 4:6)
De este modo, Mateo 4:16 es un micro-Génesis: la aurora de la nueva creación donde la luz del Evangelio disipa
la sombra de la Ley.
Cristo pronuncia de nuevo el “Sea la luz”, pero esta vez dentro del corazón humano.
IX. �� Del decreto de Edén al establecimiento en Hebreos 9:27
1. El decreto en Edén (la causa original)
En Génesis 2:17, Dios no pronuncia una advertencia condicional, sino un decreto judicial: > “El día que de él
comieres, ciertamente morirás.”
Ese decreto tenía un destinatario concreto y una causal específica: la transgresión de Adán.
No todos los hombres pecaron “a la manera de Adán” (Ro 5:14); sólo él transgredió un mandamiento explícito.
Por tanto, la muerte de Adán fue por causa directa de su falta, el cumplimiento inmediato del decreto.
2. La transferencia del efecto, no del decreto
Cuando Pablo dice: > “Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte…” (Ro 5:12)
no está diciendo que el decreto de Edén se repita sobre cada persona, sino que la muerte —como estado
espiritual— ingresó al orden humano a través de Adán, y se propagó como consecuencia natural de su ruptura.
La muerte fue transferida, no decretada nuevamente.
El ejemplo de la aguja de una jeringa lo ilustra bien: - el decreto (la orden judicial) fue la aguja,
- el pecado de Adán fue la punción,
- y la muerte fue la sustancia inyectada al sistema humano.
Una vez introducida, la muerte operó como principio universal, no como sentencia individual reiterada.
3. La estabilidad del principio
Aquí encaja Hebreos 9:27: > “Está establecido que los hombres mueran una sola vez…”
El autor no alude al decreto de Edén en su acto original, sino al estado resultante: la muerte ya está instaurada
como condición del orden adámico.
Por eso no dice “Dios decreta”, sino “está establecido”.
Es decir: ya quedó dispuesto en el sistema humano que todos mueran una vez.
4. La universalidad del efecto
La muerte no depende de cuántos pecados se cometan. > “Lo muerto no vuelve a morir.”
Cada hombre muere una sola vez en Adán, pues esa muerte es la separación espiritual de la fuente de vida.
De ahí que el juicio posterior (Heb 9:27b) se refiera al proceso legal de ese régimen —la evaluación de quienes
vivieron bajo la Ley—, no a una condena eterna repetida para cada alma.
5. La abolición del principio en Cristo
Por eso el mismo autor de Hebreos culmina diciendo: > “Cristo fue ofrecido una sola vez…” (Heb 9:28)
Así como la muerte fue una sola vez, el sacrificio también lo fue una sola vez, cerrando el ciclo.
Y Pablo lo resume en 2 Timoteo 1:10: > “Jesucristo… quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el
evangelio.”
✨ Síntesis teológica
Etapa Acción divina Resultado
Edén Decreto: “ciertamente morirás” Muerte entra al
orden humano
(causa directa en
Adán)
Humanidad Transferencia del efecto Muerte establecida
como condición
universal
Hebreos 9:27 Reconocimiento del principio “Está establecido” —
disposición vigente
Cristo Abolición del principio “Quitó la muerte” —
nueva creación
�� Apéndice de referencias cruzadas – Hebreos 9:27
“Y de la manera que está establecido a los hombres morir una sola vez, y después de esto el
juicio.”
�� A. La muerte decretada desde Edén
Génesis 2:17 – “El día que de él comieres, ciertamente morirás.”
Romanos 5:12–14 – “Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte…”
Ezequiel 18:4 – “El alma que pecare, esa morirá.”
Romanos 7:10 – “El mandamiento que era para vida, me resultó para muerte.”
⚖️ B. El establecimiento del principio
Colosenses 1:5 – “La esperanza que os está guardada (apókeitai) en los cielos.”
2 Timoteo 4:8 – “Me está guardada (apókeitai) la corona de justicia.”
⚰️ C. La muerte una sola vez
Romanos 6:9–10 – “Cristo… ya no muere; la muerte no se enseñorea más de Él.”
Hebreos 10:10 – “Mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.”
1 Pedro 3:18 – “Cristo padeció una sola vez por los pecados.”
�� D. El juicio posterior
Romanos 2:12–16 – “Los que bajo la ley pecaron, por la ley serán juzgados.”
Hechos 17:31 – “Ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia.”
Juan 5:24 – “El que oye mi palabra… no vendrá a condenación.”
�� E. La abolición del principio de muerte
2 Timoteo 1:10 – “Jesucristo quitó la muerte y sacó a luz la vida.”
1 Corintios 15:22, 26 – “En Adán todos mueren, en Cristo todos serán vivificados… El postrer enemigo que
será destruido es la muerte.”
Romanos 8:2 – “La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte.”
✨ Síntesis general de las referencias
Etapa Concepto Pasajes clave
Decreto en
Edén
“Ciertamente morirás” Gn 2:17; Ro 5:12–14
Ratificación
legal
“El alma que pecare
morirá”
Ez 18:4; Ro 7:10
Establecimien
to universal
“Está dispuesto” Heb 9:27; Col 1:5; 2 Ti 4:8
Juicio del
régimen
Evaluación bajo la
Ley
Ro 2:12–16; Hch 17:31
Abolición en
Cristo
“Quitó la muerte” 2 Ti 1:10; 1 Co 15:26; Ro